jueves, 20 de enero de 2011

INMIGRACIÓN, UN PROCESO ENTRE LA TRISTEZA Y LA ALEGRÍA

Manuel Antonio Velandia Mora
Enero de 2011, España
investigadormanuelvelandia@gmail.com

“Que tan lejos” es el título que da Tania Hermida a su opera prima, una película que nos muestra el permanente viaje de los seres humanos, un viaje lleno de viajes que se retroalimenta en las propias visiones de la existencia y en el mundo que nos rodea. Siguiendo el sentido de Octavio Paz en “El mono gramático”, la directora de este road movie, nos recuerda un viaje introspectivo, como aquel que hace Paz en el camino que lleva a Galta, pequeño poblado cercano a Delhi, en el que el poeta va dibujando y descubriendo la imagen de su propia obra para revelar una realidad que explora a través de su relación con el lenguaje.
Tres elementos determinantes en la película se analizan con respecto a la interculturalidad y la inmigración[i] en la presente reflexión: lenguaje, historia particular y territorio; tres aspectos que se interrelacionan, se interafectan y son interdependientes en la vivencia  intercultural bidireccional entre una autóctona ecuatoriana y una inmigrante española, roles que se intercambian en la película de como se vivencian en la situación española en la que se lleva a cabo la reflexión al interior del Máster en Gestión de Políticas públicas e interculturalidad.


Interculturalidad, bidireccionalidad y lenguaje
El viaje es una posibilidad para encontrarse a sí mismo en el que el mundo y la propia existencia se explican en palabras cargadas de emociones, palabras que solo nos dicen a nosotros y que probablemente no dicen tanto al otro, palabras que no logran igualmente definirnos porque, como también afirma Paz, y se repite en el guión de la película, “el sentido no está en el texto, sino afuera”.
Plantea Guillermo Vansteenberghe (2009) que el proceso integrador adolece de bidireccionalidad por cuanto este se fundamenta en una visión que parte desde la sociedad de acogida hacía la de inmigración, recayendo casi todo el peso de la integración sobre los nuevos vecinos. Desde esta perspectiva la población de acogida se ve privada del esfuerzo creador que supone convivir con nuevas realidades culturales, perdiendo con ello la posibilidad de competir en igualdad de condiciones con la sociedad inmigrante a la hora de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, ver reducido su esfuerzo de convivencia solo a la cesión de espacios, demasiado poco para un proceso de enriquecimiento mutuo importante.[ii]
La interculturalidad se dificulta precisamente por el conflicto que se manifiesta en el intento de compartir sentidos. Los sentidos son representados en la película en los nombres de las protagonistas, cuyos roles se trastocan como en la vida misma: Esperanza, una turista española, y Tristeza, una estudiante ecuatoriana.
La esperanza y la tristeza (personajes, nombres y emociones) se unen o separan en la cotidianidad, retroalimentándose. Tanto inmigrantes como autóctonos somos un nombre en “representación” de una realidad experiencial y cultural, pero si bien es difícil representamos apropiadamente a nosotros mismos, más complicado es aún representar a un país y a una cultura. En el encuentro bidireccional que se sucede entre autóctono y inmigrante, tanto allá -en ese territorio que está tan lejos: ecuador, cuenca, los caminos desconocidos-, como aquí -en donde se vive la cotidianidad, en España, Alicante, la Universidad- y en la película,  la palabra se convierte tanto en un camino que abre puertas en el establecimiento de la convivencia como en el arma arrojadiza en la que se soportan los discursos xenofóbicos.
Somos un nombre, pero así como las protagonistas abandonan su identidad social para construirse y reconstruirse en nuevas  identidades particular y de socialización a través de un mote, debemos reflexionar, como dice Paz, por qué ese mote o cualquier palabra puede, como cualquier palabra construir mundos “Si no es un nombre menos puede ser la descripción de un nombre ni la descripción de la sensación del nombre ni el nombre de la sensación”. Un ejemplo de esos mundos que se construyen en palabras y que dificultan la bidireccional en las relación se videncia en palabras cargadas de sentidos que diferencian las experiencias de quienes viven es el territorio alicantino, ya que en este espacio vital no es lo mismo ser un inmigrante, un comunitario, un europeo o un extranjero; así se expresa la diferencia, la exclusión y la aproximación desde el autóctono.
Propone Echeverría (1996)  tres postulados básicos para entender las relaciones que se construyen en el lenguaje: 1). Los seres humanos son seres lingüísticos; 2). El lenguaje es generativo; 3). Los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje.[iii] Veamos: En tanto individuos tenemos la capacidad de generarle un sentido a la vida, interpretándonos a nosotros mismos, a los otros y al mundo que nos rodea. La forma en que damos sentido a nuestras vidas es lingüística, así, nuestra identidad está asociada a nuestra capacidad de generar sentido a través de nuestros relatos; no podemos separar la realidad de nuestros relatos y al modificar el relato sobre quiénes somos, modificamos nuestra identidad.
Para Velandia (2005), no se tiene una identidad, en este caso étnica, como algo construido y terminado, se está siendo y haciendo una identidad de manera dinámica en relación consigo mismo, con los demás y con la cultura a partir de cómo la persona se experiencia a sí misma, y con relación a las demás explica dicha situación y se emociona con ella; la movilidad de la identidad, sistémicamente hablando, hace referencia a la posibilidad que existe de que la identidad cambie en el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por inter-influencia con el medio, la cultura y la sociedad. [iv]
El ser humano es integral, de ahí deriva la importancia en reconocer las variaciones que emergen de sus propiedades como sistema. La persona no tiene una identidad sino múltiples identidades particulares, sociales y de socialización, grave problema cuando de construir relaciones se trata, porque la interculturalidad es necesariamente relacional
Maturana (1997) sostiene que "si queremos entender lo que pasa en la convivencia, tenemos que hacernos cargo de este curioso fenómeno: los seres humanos y los seres vivos en general, no podemos distinguir en la experiencia entre lo que llamamos ilusión y percepción como afirmaciones cognitivas sobre la realidad".[v]


Interculturalidad, emociones e historia particular
Cada uno de los personajes de la película y los territorios en los que esta se desenvuelve tienen nombres cargados de historia y de sentido, de ahí la importancia que en la película se da al contar que detrás de cada nombre hay un sujeto y territorio que pertenecen a una red de interacciones que les ha dado sentido, y en el caso de los seres humanos igualmente sentido a su existencia y a sus vivencias, sentidos que no están presentes en la emocionalidad de quien es el interlocutor que escucha, a pesar de que como sujeto locutor igualmente tras de sí tiene su propia historia.
Las emociones no vienen con nosotros, las emociones emergen en el encuentro con el otro, posibilitan la integración o la dificultan. Daniel Goleman (1996) plantea que: "Toda las emociones son impulsos para actuar"[vi] es decir, que las emociones son los motores de la acción humana, son los recursos para enfrentarnos a la vida y sus múltiples relaciones. En el contexto de este documento, las emociones no son concebidas como lo que corrientemente llamamos sentimientos, sino como las plantea Maturana (1977): "Las emociones son en esencia impulsos para actuar, planes instantáneos que la evolución nos ha dado, para enfrentarnos a la vida, lo que sugiere que en toda emoción hay implícita una tendencia a actuar. Es decir, plantea que las emociones son impulsos arraigados que nos llevan a actuar, motivo por el cual los biólogos no dudan en otorgarle a las emociones un papel fundamental en la evolución humana" y por supuesto en la construcción de relaciones interculturales. Estas tendencias biológicas a actuar están moldeadas además por nuestra experiencia de la vida, de la cultura, de la sociedad y de las relaciones sociales.
Como lo afirma Jennings (2001), es imposible tener un sistema de razonamiento que funcione bien sin un sistema de emociones que lo haga correctamente. Lo que la persona piensa, lo que la persona cree, los problemas que solucione, sus formas de razonar no existen en el vacío, ya que siempre hay un respaldo de las emociones. Para él no somos máquinas pensantes sino "máquinas emocionales que piensan".[vii]
Si emocionalmente construimos y reconstruimos nuestra historia particular y nuestra historia social, entonces solo transformando las emociones trasformamos nuestra historia; sin embargo, la experiencia demuestran que las emociones no se tiene en cuenta en el momento de desarrollar estrategias para la integración, pero esta sólo puede hacerse efectiva a través del conocimiento mutuo y este conocimiento se cimenta no sólo en el aquí y en ahora sino también y especialmente en nuestras historias particulares, historias de las que somos celosos guardianes.

Interculturalidad, transito y territorio
Las protagonistas de la película se conocen en el camino, en un bus, con destino a Cuenca, ciudad a la cual desean llegar movidas por motivos que le son particulares e íntimos. El camino es metáfora de creación, la creación es una forma de conocimiento, el camino es la metáfora del recorrido de la vida. Cuando se viaja en el proceso de emigración-inmigración, entre el momento en que se parte y el momento en que se llega ocurre una transformación no solo emocional sino también existencial en el migrante; este deja de “ser” autóctono para convertirse en inmigrante, se construye en un nuevo “estar siendo” en el que el viaje representa una aproximación a su querer ser, un querer ser repleto de perspectivas y fantasías, muchas veces arto lejanas de la realidad.
En el nuevo Espacio vital, en la nueva sociedad, en la nueva cultura, en las nuevas relaciones, la situación y el entorno en el que las personas se interrelacionan tienen una serie de características que influyen en el tipo de construcciones identitarias que entre todas y cada una producen.
La sociedad y la cultura como sistemas tienen resistencia al cambio; sus redes elásticas por un lado, posibilitan que los seres que conforman el sistema tengan cambios en su estructura, hacia su "querer ser", y por el otro presionan para que las personas tiendan a regresar a la estructura original (deber ser); en la práctica, en los procesos de socialización las personas se ven obligadas a alejarse de su “querer ser” para acomodarse estructuralmente al sistema, asumiendo un comportamiento, un "estar siendo" que puede explicarse como una acomodación al macrosistema.
En lo humano vivir es conocer. Como seres vivos tenemos una relación de congruencia con el medio. Para poder vivir se requiere tomar energía del entorno, es decir, conocerlo. Conocer, en este caso, hace referencia a la capacidad de la persona para percibir su entorno y actuar de acuerdo a su percepción. Así, el conocimiento se hace válido cuando sirve para resolver la relación medio-sobrevivencia, relación fundamental en el proceso relacional intercultural, pero “Sin empoderamiento no hay inserción, sin inserción no hay integración”  tal y como lo afirman Ballesteros & Koniecki.[viii]
La inserción no se da porque se hayan dado unos paseos por los algunos espacios citadinos, sino porque nos hemos apropiado del espacio, porque hemos asumido nuestro tránsito identitario, porque somos capaces de reconocernos españoles, valencianos, alicantinos, tal y como lo posibilita la ley.







[i] Afirma Juan David Sempere Souvannavong que la migración no implica ni cambio de Estado ni larga duración o eternidad, pero que sin embargo en el  imaginario va muy aparejada a la extranjería, a la diversidad socioétnica y a larga duración, se tiende a pensar en la migración como exclusivamente internacional. (2010). Notas de clase del autor. Modulo Introducción al hecho migratorio. Máster en Gestión de las Políticas Migratorias e Interculturalidad. Universidad de Alicante. Escuela de Negocios. Fundación General de la Universidad de Alicante. Alicante.
[ii] Vansteenberghe, Guillermo (2009). Introducción a la interculturalidad. En: http://seguro.dip-alicante.es/gestformweb/docs/recursos/205/Manual.pdf
[iii] Echeverría. R. (3ª Ed.). (1996). Ontología del lenguaje. Santiago, Chile: Dolmen Ediciones.
[iv] Velandia M., Manuel A. (2005). Las identidades móviles de los, las, les seres. En: Bioética y Sexualidad. Colección Bios y Ethos. Volumen 23, páginas 163 a 182. Ediciones el Bosque. Bogotá.
[v] Maturana, H. 1997. Emociones y lenguaje en educación y política. Bogotá: Dolmen Ediciones.
[vi] Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Javier Vargas Editores S.A.
[vii] Jennings, T. M. (2001). Crubin, D. (Productor ejecutivo). Emociones en el cerebro adulto: El cerebro emocional. En: La vida secreta del cerebro. Coproducción David Crubin Productions, Inc and Thirtoon. New York: WNET en asociación con Dostr.
[viii] Ballesteros, Rocío; Koniecki Sylvia; Valderrama Joaquín. La inserción laboral de la mujer inmigrante como factor fundamental para su autonomía personal. Documento mimeografiado. Sin fecha.

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