jueves, 20 de enero de 2011

Cinco problemas y sus posibles soluciones, respecto al hecho migratorio y a la interculturalidad


Manuel Antonio Velandia Mora


Alicante, Enero de 2011

La homogeneidad y la estabilidad son caracteres culturales de contextos culturales en aislamiento, no es,  de ningún modo, la situación de los espacios culturales de las sociedades móviles desarrolladas; lo otro es lo propio de las culturas más primitivas (…) lo que plantea el interculturalismo no son los contactos entre Estados, sino los contactos entre  personas, las cuales son el vehículo propio y el continente de los elementos y componentes esenciales de las culturas (García, 1992).[1]

Problemas de los procesos interculturales:
No participación de todos los sectores implicados, especialmente de los autóctonos: Expongo una visión más integral e integradora que debería tener en cuenta una perspectiva más amplia en la que quepan no solo los inmigrantes y las agencias. Propongo, en consecuencia, una visión más sistémica y por tanto más interrelacional, interafectante e interdependiente entre los diferentes agentes de integración, en el que los autóctonos juegan un papel determinante en el proceso de integración y no solo lo tienen los inmigrantes y las instancias que se encargan de los procesos de integración que como se ve en el gráfico de la derecha, igualmente son una triada conformada por los formuladores de políticas, los Expertos que laboran en las organizaciones sociales estatales y por las Organizaciones sociales privadas que apoyan los procesos de integración.

Horizontalidad en las relaciones
Para alcanzar relaciones más reales estas no pueden ser ni horizontales ni verticales, ya que en la visión sistémica no hay ni un arriba ni un abajo sino como ya se ha afirmado una permanente interrelación, interafectación e interdependencia. Es decir que dadas las relaciones que se requieran los agentes que orienten el proceso deben ser los que este requiera y no los que el “deber ser” propone, es decir que sean los políticos y sus agentes quienes planteen las necesidades, alternativas, respuestas y ejecuciones. Por ello se requiere que las organizaciones sociales estatales que laboran en la integración del inmigrante creen las condiciones para que haya una percepción clara del papel preponderante del sector privado y de la sociedad civil en la gestión óptima de la integración de los migrantes.

Transformaciones en la cohesión social
Es determinante comprender y asumir las transformaciones que se suceden en la cohesión social en el seno de las comunidades de acogida dado que éstas generan a su vez una necesidad no satisfecha en la que el autóctono no recibe la formación necesaria y apropiada orientada a integrar adecuadamente a un creciente número de migrantes. El autóctono no está preparado para la inmigración, esta dificultad se acrecienta cuando la crisis económica conlleva transformaciones sociales, políticas, laborales y relacionales además de las económicas. Las explicaciones implican una comprensión real de la problemática. El Servicio de Asesoría de Inmigración de UGT en Burgos ha recogido, en colaboración con colectivos sociales, un decálogo con los más reiterados[2]: 1. Abusan de la sanidad pública; 2. Vienen a cometer delitos; 3. Nos quitan el trabajo y no tienen formación; 4. Bajan el nivel de la Educación; 5. No se adaptan a nuestras costumbres; 6. Tienen muchos hijos y copan las ayudas familiares; 7. Copan las ayudas sociales; 8. Se dedican a la prostitución; 9. Tienen costumbres como la poligamia; y, 10. La ablación.
Una verdadera re-construcción de estos imaginarios ayudaría a entender que la xenofobia se fundamenta más en falsas creencias que en razones verdaderas y científicamente fundadas.

Aprender a convivir
Jacques Delors insistió en ese aprender a lo largo de la existencia y sobre la necesidad de educar para la convivencia con los pilares que son aprender a conocer, aprender a hacer y sobre todo a ser, a partir de este argumento considero necesario un proceso de  aprendizaje a partir de la convivencia que empieza cuando aprendemos a reconocer a la otra persona, su fragilidad, aceptamos las diferencias y las integramos en coherencias que enriquecen la vida, siendo responsables por la sociedad en que vivimos. Para aprender a convivir debemos iniciar por auto conocimiento y aceptación del ser, desde este punto podemos respetar al otro y compartir un mismo espacio común en las diferencias, trabajando en equipo con objetivos claros e interesantes en donde haya un feed -back continuo. Asumo la convivencia como una construcción en la que somos creadores de nuestra propia existencia y relaciones sociales, y en esta misma medida también somos constructores del mundo que vivimos y de aquel en el que nos gustaría vivir.

Problemas de los procesos interculturales entre personas que “hablan la misma lengua”
El reconocimiento del lenguaje como “generador de mundos” juega un papel determinante en una ética no positivista en la que se debe comprender que la lengua y sus sentidos se convierten en barreras comunicacionales que entorpecen las relaciones y por tanto el establecimiento del vinculo y las oportunidades que se desprenden de la socialización. Por ejemplo en el uso del español, para este idioma se comparte el mismo código lingüístico y los mapas conceptuales genéricos entre los países iberoamericanos, pero cuando un sujeto se desplaza entre países e incluso entre comunidades autónomas se ve en la imperiosa necesidad de recurrir a la interrelación dialéctica que produce el lenguaje en el sistema de representaciones y manifestaciones de una cultura, para así adaptarse a un contexto que elimina lo perteneciente a la terminología, el discurso y el contexto relacional -y de poder- propios del migrante. Desde esta perspectiva epistemológica se desprende  una ontología no objetiva, a la que algunos autores han denominado de la “objetividad entre paréntesis”, es decir la ontología de la constitutividad que posibilita pasar del uni-verso o la única explicación posible, al multi-verso o a la aceptación de diferentes explicaciones ante un mismo hecho, elemento fundamental para la comprensión y la vivencia de la interculturalidad. Recordemos que literalmente, el concepto de interculturalidad hace alusión a los encuentros que se producen entre sujetos de distintas culturas, desde este punto de vista, la humanidad es y ha sido siempre intercultural, y son excepción los grupos que viven o han vivido permanentemente aislados.
Otro aspecto a tener en cuenta serían las emociones ya que estas son determinantes en el proceso de construcción de relaciones que posibilitan la vivencia intercultural. Somos seres emocionales que actuamos e incluso explicamos el mundo, más que seres racionales. Las emociones son los motores de la acción humana, en tal sentido no se puede obviar el emocionar de los diferentes agentes de socialización, porque es con base en dicho emocionar que aceptamos, rechazamos o nos son indiferentes los migrantes y los autóctonos.




[1] García Carrasco, Joaquín (1992) Bases sociales y antropológicas  de la educación intercultural En: Educación intercultural en la perspectiva de la Europa unida. Vol. 1, Salamanca. Sociedad Española de Pedagogía. Pp. 15-37

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