martes, 16 de noviembre de 2010

Las etapas de las migraciones intercontinentales, el momento actual y la situación de Italia y Alemania.

Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, Noviembre 16 de 2010
Las migraciones son tan antiguas como el hombre, y se dan desde la Prehistoria. La etapa moderna de las migraciones internacionales se inicia en el siglo XIX y atraviesa diversas fases hasta la actualidad:

En el siglo XIX se produce un importante flujo migratorio desde el Viejo Mundo primordialmente hacia América y en menor escala hacia África y Oceanía. Además de la presión demográfica en Europa, las causas son económicas: los efectos de la Revolución Industrial sobre artesanos y agricultores y la atracción de la colonización de tierras vírgenes, que se suma a las mejoras en el transporte. Unos 65 millones de europeos de origen rural y poca cualificación profesional se trasladaron a EE.UU. (irlandeses, británicos, germanos y escandinavos) y Latinoamérica (españoles, portugueses e italianos).
El período entre las dos guerras mundiales fue de recesión de los movimientos intercontinentales, por varias razones: desde los inicios de los años treinta se generaliza la crisis económica, en Europa se acelera la industrialización y disminuye la presión demográfica. Los países nuevos ya no requieren mano de obra lo que frena la emigración europea porque se inician las políticas de restricción de la inmigración, como las leyes de cuotas de USA, Canadá y Australia.
Después de 1950 se inicia una nueva etapa dentro de la cual ha habido varios cambios de gran importancia. 1er Período  fue de cierta recuperación de la corriente migratoria hacia América y Australia, procedente de países asiáticos y compuesto de técnicos y profesionales. 2º período se inicia en los sesenta, aparecen nuevas corrientes hacia Europa central y occidental que se motiva en la revolución tecnológica, que crea división de la fuerza del trabajo entre mano de obra calificada y poco cualificada y además desciende el número de jóvenes. Los trabajadores acuden desde los países del Mediterráneo (Marruecos, Argelia, Túnez, España, Grecia, Italia) hacia el centro y oeste (Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica, Francia y Austria). También hay débiles movimientos intercontinentales hacia USA desde países vecinos del Caribe, México, y hacia Argentina, Brasil, Sudáfrica, Arabia Saudí, etc.
Los procesos migratorios actuales no difieren de los anteriores, especialmente de los de la tercera etapa. Los países del sur de Europa tienen en la actualidad una situación migratoria compleja, ya que han pasado de ser punto de partida de corrientes migratorias a ser punto de recepción de una inmigración muy importante de población procedente del Tercer Mundo, con un gran componente de migración clandestina.
Los factores que pueden explicar este fenómeno son varios: el cierre de fronteras de los países del Norte de Europa; el auge económico de los países ahora receptores; la existencia de economías sumergidas que implica trabajo no declarado; desequilibrios económicos entre países próximos.[1]
Según Lorenzo Cachón Rodríguez, el proceso de envejecimiento actual de la población de la Comunidad Europea se puede resumir en cinco rasgos: el peso de las personas de edad avanzada en el conjunto de la población es creciente: los mayores de 65 años son el único grupo de edad que verá aumentar su volumen en todos los Estados miembros hasta el año 2025; es además, una población muy feminizada; todos estos rasgos se producen de forma muy notable en las zonas rurales.[2] La industria de la construcción, la minera y de la agricultura requieren de mano de obra poco cualificada que ya no acuden desde los países del Mediterráneo sino desde Latinoamérica y Europa del Este. La OIM señala que el desempleo ha afectado con mayor virulencia a los trabajadores extracomunitarios debido a su especialización en sectores como la construcción y el comercio.
Afirma Teresa Castro Martín que aunque la inmigración no va a revertir ni a detener el proceso de envejecimiento demográfico, las proyecciones de población de diversos organismos internacionales y nacionales ilustran que sí puede ralentizar el ritmo de envejecimiento a través de dos vías: (1) la entrada de población joven, susceptible de incorporarse al mercado de trabajo, y (2) el incremento del número de nacimientos. Este impacto es ligero, pero no menospreciable, ya que puede aumentar el margen de maniobra para enfrentarse a los retos que supone el envejecimiento poblacional y el nuevo (des)equilibrio intergeneracional.[3]
Con respecto al futuro de la inmigración a Europa, especialmente en Francia e Italia puede afirmarse que ha habido una disminución en el nivel de inmigración hacia la Unión Europea, tal y como se observa en el último informe de la Organización Internacional para las Migraciones, en el que se advierte que, a pesar de que los niveles migratorios han bajado a raíz de la crisis en la UE, estos se mostraron positivos en 2009 en España, Italia y el Reino Unido.
En Italia no ha habido una disminución en el número total de extranjeros y las mujeres han salido bien libradas de la crisis, debido a que se dedican a sectores menos vulnerables a la crisis, como la educación y el cuidado de personas, incluso ha aumentado su participación en el mercado de trabajo. Las recientes iniciativas impulsadas por el gobierno italiano han confirmado la determinación de Roma de implementar medidas restrictivas y persecutorias que insisten en asociar inmigración con (ausencia de) orden público; irregularidad con inseguridad. Maroni ha dicho que para luchar contra la inmigración irregular y “todo el mal que conlleva” no hace falta ser bondadosos, sino “malos”. Iniciativas altamente polémicas, como el “censo Maroni” a la población gitana y el proyecto de ley que planeaba convertir la inmigración en un delito castigado con penas de entre seis meses y cuatro años de cárcel, despertaron ácidas críticas en algunos gobiernos de la Unión Europea, ello ha significado que la oposición haya asumido que “Italia ha pasado de regular la inmigración a perseguirla”.
En Alemania la crítica de la canciller Angela Merkel, respecto a que el multiculturalismo ha fracasado en su país llevó a una disputa en el gobierno sobre si el país debe permitir el ingreso de más inmigrantes calificados que la industria dice necesitar en forma urgente.
Viven allí 16 millones de personas "de trasfondo inmigrante", es decir, cerca del 20 por ciento de la población y estás personas tienen que haber aprobado en el plazo de un año un nuevo plan de integración. La canciller alemana Angela Merkel, recalca que es imprescindible imponer metas claras y supervisar frecuentemente las medidas adoptadas, centrándose en la educación como factor primordial que garantiza la rápida adaptación de los inmigrantes en el país. Para dar respuesta al fracaso del multiculturalismo se ha ofrecido cursos de integración a los cerca de 1,8 millones de personas interesadas en ello. Se busca reducir el porcentaje de menores extranjeros que abandonan la escuela hasta el mismo nivel que el de los alemanes: un 13 por ciento entre los menores procedentes de familias inmigrantes frente al 7 por ciento entre los niños y jóvenes alemanes. Se requiere un mayor nivel de formación para jóvenes y adultos inmigrantes pues su falta incrementa las dificultades para integrarse en el mercado laboral. La apropiación del alemán como segunda lengua requiere mejorar la calidad de la educación, formación y aprendizaje del alemán. Por otro lado os inmigrantes que ya se han formado en la universidad abandonan el país cuando terminan sus estudios, lo que redunda en falta de mano de obra cualificada. Recordemos que un 11 por ciento de los estudiantes son de origen extranjero.

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